El suicidio es una forma de terminar con la existencia terrenal, la cual tiene características miserables, deplorables, controversiales y antagónicas con el establecimiento de las cosas.
El leer información detallada, sistemática y profesional el fenómeno de la auto-eliminación es propio de la raza humana y no es atribuible a ninguna otra especie animal. Siendo el aspecto psicológico el más decidor a la hora de tomar la decisión de eliminación.
La sicología varía según el lugar geográfico; no obstante, el aspecto psicológico se ve recargado y potenciado por factores que están presentes en los entornos de las personas. Tanto el estar afecto a una enfermedad incurable y potencialmente dolorosa, es tan determinante como el motivo de castigar a otros con la propia auto-eliminación.
En el caso peculiar de Chile y sus habitantes, aquello se ha vuelto controversial. Hace muy poco se nos calificó como el país más feliz de Latinoamérica; pero aquello contrasta con que ostentamos la más alta tasa de suicidios, en esta parte del continente.
Dado que no pertenecemos a sociedades que vieron, en su momento, el suicidio como una acción honorable (japoneses, hindúes, etc.) si debemos considerar que la etnia mapuche si tenía en sus códigos de comportamiento y resolución la auto-eliminación para no ser apresados por los conquistadores españoles.
En estos tiempos del siglo 21 y digitalizados por cierto, las cargas emocionales pueden aumentar en la psicología de las persona y hacerlas más propensas al suicidio. En el caso de Chile y su alta penetración en la digitalización puede ser un factor de potenciación del fenómeno auto-destructivo; sin embargo, dada las características existenciales de la población, puede ser que las condiciones de salud, económicas y delirantes tengan a los chilenos más tendenciosos a la inmolación.
Al tener una sociedad tan dispar, fuertemente corrupta (en términos económicos) e individualista; los actos impulsivos, gatillados por la ansiedad y desesperación, se deben manifestar con más frecuencia y la agudeza de estos los torna impredecibles.
Jóvenes sin valores, adultos sin protección, padres desesperados, hijos desorientados, instituciones corrompidas fomentan una sociedad sin motivaciones y negativa. En contraste con una población –acotada- con trabajos bien remunerados, capacidad de desplazamiento y gasto, potentemente ligada a un credo y cooptadas bajo el prisma del linaje, fomentan una colectividad enajenada al todo y satanizan a los que no componen su alcurnia.
Es acá donde se puede determinar que: el pedir ayuda, castigar, mantener el honor y evitar la humillación no son motivaciones tan gravitantes de nuestra sociedad, como la de la disparidad en las condiciones existenciales. Los síntomas que esta situación provoca, en las dos áreas sociales observadas, forjan a los que quieren salir de ella y los que no pueden hacer que esto tenga solución. Además del descalabro de las instituciones y las débiles manifestaciones de cambio al bien, por décadas.
La negación puede ser nuestra mal dicción y potencial gatillo de autodestrucción: Chile-no.
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